Por Luca Gaspari, Asistente de Investigación
El Creciente Papel de la Innovación en América Latina
En toda América Latina, el diseño público se ha convertido en una fuerza familiar. El surgimiento de laboratorios de innovación pública, la digitalización de servicios públicos, y la inclusión creativa de ciudadanos han abierto caminos hacia una gobernanza más receptiva y colaborativa. Estos avances marcan un cambio para los gobiernos que buscan reconstruir la confianza a través de la apertura y la participación. Sin embargo, el aprendizaje institucional no ha avanzado al mismo ritmo que la práctica creativa. A medida que los proyectos piloto se cierran y las prioridades administrativas cambian, gran parte de este trabajo corre el riesgo de quedar olvidado. Para que la innovación alcance su máximo potencial como práctica pública, su éxito depende no solo de los resultados, sino también de su capacidad para sostener la memoria institucional.
El Problema
América Latina se está urbanizando más rápido que cualquier otra región en el mundo. Más del 80% de su población vive ahora en ciudades, lo que duplica la densidad de Europa y cuadruplica la de América del Norte (Oliván, 2018). Esta transformación está nublada por la informalidad: entre el 20% y el 30% de los residentes viven en asentamientos informales. En estos contextos, la innovación pública no es un lujo, sino una condición para la supervivencia. Cuando los sistemas tradicionales no pueden satisfacer necesidades básicas, las soluciones públicas creativas determinan el acceso de las personas a derechos fundamentales.
Al mismo tiempo, las instituciones regionales advierten que tres de cada cuatro ciudadanos en América Latina no confían en sus gobiernos (OECD, CAF, & CEPAL, 2018). Esta erosión de la confianza refleja lo que Acemoglu y Robinson describen en su libro Por qué fracasan los países (2012): la prosperidad depende menos de la geografía o de la cultura que la naturaleza de las instituciones–si son inclusivas, distribuyendo el poder y las oportunidades, o extractivas, concentrando el control en una élite reducida. Los sistemas extractivos pueden generar periodos de crecimiento, pero si las burocracias resisten la innovación que amenaza su dominio, el progreso se estanca rápidamente.
La documentación ofrece un contrapeso a esta realidad, convirtiendo la experimentación en continuidad e inscribiendo las actividades de diseño directamente en el tejido institucional de la gobernanza. En toda América Latina, ejemplos selectos de buenas prácticas en documentación muestran cómo incluso esfuerzos modestos de registro pueden fortalecer la continuidad, ayudando a que la innovación perdure más allá de proyectos individuales o ciclos políticos.
Actos de Documentación
De las 700 publicaciones académicas e institucionales revisadas sobre iniciativas de diseño e innovación en América Latina, 84 fuentes destacan por la intención con la que registran y comparten su trabajo. Estos casos ilustran diversas “buenas prácticas” para preservar la memoria institucional: convenciones de nombres consistencia, mapeo de relaciones, transparencia metodología y continuidad temporal. Cada una representa una forma distinta en la que la documentación refuerza el aprendizaje colectivo y conecta esfuerzos a lo largo de la región.
Nombrar como memoria
La forma más sencilla de documentación comienza con el acto de nombrar. El ecosistema de innovación de Brasil demuestra una coherencia inusual en este sentido. La mayoría de las unidades de innovación, desde Laboratório de Gestão da Inovação del Poder Judicial de São Paulo hasta el Laboratório de Inovação e Estratégia em Governo a la Universidad de Brasília, siguen una estructura coherente de “Laboratório de…”. Esta uniformidad permite que los laboratorios se reconozcan entre sí, se citen mutuamente y construyan una identidad colectiva dentro del ecosistema.
En Brasil, la denominación funciona simultáneamente como un patrón lingüístico y como una herramienta de coordinación institucional. La distinción académica entre los Laboratórios de Inovação Governamental (LIGs) y los Laboratórios de Inovação Social (SI-Labs) refleja una clasificación intentional que vincula el lenguaje con la función. LIGs, ubicados dentro de las administraciones públicas, se enfocan en mejorar la gestión interna, probando servicios y incorporar la experimentación en la cultura burocrática. SI-Labs, por el contrario, se orientan hacia la innovación social: reúnen actores de la sociedad civil, universidades y el sector privado para co-crear soluciones en ámbitos como vivienda y educación (Olavo et.al., 2022). En conjunto, estos marcos dotan al panorama de innovación brasileño de un grado inusual de claridad conceptual. Al nombrar y diferenciar los espacios donde ocurre la innovación, Brasil ha construido una taxonomía de la experimentación pública que refuerza la coherencia entre distintos niveles de gobierno.
En otras partes de América Latina, esfuerzos similares suelen surgir sin convenciones compartidas. El Laboratorio Nacional de Política Pública (LNPP) de México, por ejemplo, omite la palabra “lab” en sus abreviaturas, lo que dificulta su identificación. Otros, como el Equipo de Innovación Pública de Colombia, desempeñan funciones semejantes sin utilizar la etiqueta de “lab”. Casos como i9.FRN en Rio Grande do Norte van aún más lejos, adoptando marcas creativas que resisten una indexación o traducción sencilla. Sin convenciones comunes, incluso iniciativas bien documentadas corren el riesgo de quedar aisladas dentro de sus propios vocabularios institucionales.
La innovación prospera gracias a la novedad y adaptación, pero sin una nomenclatura coherente y sin prácticas sistemáticas de archivo, esa misma creatividad puede borrar su propio linaje. La consistencia terminológica mantiene las iniciativas visibles a lo largo del tiempo, facilita las comparaciones entre países y permite redescubrir proyectos incluso después de que cambian los sitios web o las administraciones. En este sentido, la claridad de Brasil no es solo estilística, es una forma de diseño institucional que vincula la innovación con el lenguaje y asegura la memoria colectiva.
Mapeo de Relaciones
La mayor parte del trabajo de innovación en el sector público no ocurre dentro de una sola institución, sino entre ellas. Los proyectos dependen de la coordinación entre ministerios, municipios y agencias, pero estas relaciones a menudo quedan sin documentar. Cuando los informes no visualizan quién financia, apoya o evalúa, el ecosistema de innovación aparece fragmentado. Por ello, mapear las relaciones se vuelve un acto esencial de documentación, transformando esfuerzos dispersos en un sistema legible de colaboración sostenible.
Un ejemplo particularmente sólido proviene de Silva Junior y Emmendoerfer (2023), cuya tabla comparativa (figura 1) de laboratorios de innovación en Suramérica traza de manera sistemática las vinculaciones institucionales, la orientación y el enfoque de cada laboratorio. Al alinear cada laboratorio con su agencia de origen–ya sea un ministerio nacional o una oficina municipal–la tabla convierte lo que de otro modo serían casos aislados en una visión en red de la gobernanza. El lector puede ver de inmediato cómo LAB.ges de Brasil se conecta a una secretaría compartida, cómo el Equipo de Innovación Pública de Colombia se ubica dentro del Departamento Nacional de Planeación, o cómo el MvdLab de Uruguay se vincula directamente con la oficina de participación ciudadana de la ciudad. Esta claridad revela el tejido conectivo que enlaza las relaciones administrativas y políticas, iluminando cómo circulan la autoridad y la colaboración entre las instituciones.
Figura 1: Tabla comparativa de los laboratorios de innovación sudamericanos desde Silva Junior and Emmendoerfer (2023)
Otro ejemplo contundente de la documentación relacional aparece en la tesis de maestría de Silva-Junior (2022), que mapea cómo los laboratorios de innovación pública en Sudamérica se relacionan a través del espacio, las instituciones y el tiempo. Como se muestra en la figura 2, su estudio visualiza la distribución geográfica de los laboratorios, distinguiendo entre iniciativas activas, inactivas y no verificadas.
Figura 2: Distribución de los laboratorios de innovación sudamericanos desde (Silva-Junior, 2022)
El análisis que acompaña la figura en el artículo enumera tanto los laboratorios incluidos en el estudio y aquellos excluidos por inactividad, revelando el campo a través de lo que perdura y lo que ha desaparecido. Al reconocer la discontinuidad como parte del registro, Silva-Junior redefine el mapeo como una práctica diagnóstica–una que expone la volatilidad del panorama regional de innovación y la continuidad desigual de la experimentación entre países.
Además, la tesis clasifica los laboratorios activos según su nivel de intervención, afiliación institucional y orientación principal, creando una visión estructurada de cómo operan las unidades de innovación dentro de jerarquías nacionales, regionales y municipales. Cada caso identifica su organización matriz y su enfoque que va desde gobierno digital hasta participación ciudadana, visibilizando cómo los laboratorios difieren en mandato pero siguen interconectados por objetivos públicos comunes. Esta síntesis convierte datos dispersos en una visión ecosistémica de la gobernanza, donde las relaciones entre instituciones, agendas y territorios se vuelven legibles. Al combinar el mapeo espacial con la clasificación cuidadosa, Silva-Juinor demuestra cómo la documentación puede funcionar como análisis relacional, transformando un inventario de conocimiento y ayudando a preservar la memoria institucional a través de los ciclos de surgimiento y declive.
Métodos
Más allá del mapeo de relaciones, otra práctica clave es la transparencia metodológica. Las formas más informativas de documentación surgen cuando los métodos son visibles, y el Índice de Innovación Pública (IIP) de Chile ejemplifica este enfoque mediante un marco de evaluación explícito y replicable. Desarrollado por el Laboratorio de Gobierno con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, este índice cuantifica cuán innovadora es una institución pública a través de dimensiones como recursos, procesos, colaboración y apertura. Cada organismo participante recibe un puntaje sobre 100 y una etiqueta de madurez que va desde Inicial (capacidad de innovación incipiente) hasta Modelo (práctica de innovación plenamente institucionalizada). Lo notable no es sólo la métrica, sino su continuidad: al aplicar el índice en múltiples ciclos (2019-2021-2023), Chile ha podido capturar la evolución de la capacidad de innovación pública a lo largo del tiempo (Contreras Villanueva, 2024).
Un caso igualmente eficaz de reporte metodológico proviene de GNova, el laboratorio federal de innovación pública de Brasil alojado en ENAP, la Escuela Nacional de Administración Pública. En su publicación Experimentação e novas possibilidades em governo (Ferrarezi, Lemos, & Brandalise, 2018), el laboratorio documenta investigación etnografía con usuarios del Sistema Único de Salud (SUS) mediante un Mapa de Insights (figura 3) que traduce las observaciones cualitativas en una narrativa visual de barreras y oportunidades. La figura traza todo el recorrido del paciente, desde el primer contacto hasta la entrega del servicio, destacando obstáculos administrativos, comportamientos ciudadanos y posibles acciones de política pública. Al vincular los hallazgos con intervenciones de diseño, el mapa transforma datos de campo en un marco compartido para la toma de decisiones. Este enfoque ejemplifica cómo la visualización puede funcionar tanto como método de investigación como herramienta de comunicación, convirtiendo la complejidad en claridad. En el trabajo de GNova, la documentación no es resultado final, sino un acto de diseño: uno que preserva el aprendizaje y hace visible la memoria institucional.
Figura 3: Mapa de Insights desde GNova (Ferrarezi, Lemos, & Brandalise, 2018)
Un informe posterior de Long & NovaGob.Lab (2018) amplía esta transparencia mediante una encuesta empírica a profesionales, identificando qué metodologías son más conocidas y utilizadas en el trabajo en innovación pública. Como se muestra en la figura 4, el informe ofrece un gráfico que hace visibles los métodos de innovación y conecta el discurso metodológico con la práctica, traduciendo marcos conceptuales en tendencias observables. La discusión que acompaña al gráfico señala que los niveles de familiaridad y aplicación práctica superan el 70% en la mayoría de las categorías, lo que evidencia una cultura metodológica diversa pero desigual.
Figura 4: Gráfico de familiaridad metodológica entre practicantes de innovación según Long & NovaGob.Lab (2018)
En conjunto, estos ejemplos ilustran cómo la transparencia metodológica puede funcionar como una forma de documentación en sí misma. Al mapear tanto el contenido y el uso de los métodos de innovación, estas publicaciones institucionales transforman prácticas dispersas en un marco compartido. Incluso descripciones simples y bien estructuradas, cuando son consistentes y comparativas, se convierten en instrumentos de memoria institucional, ofreciendo a los practicantes un vocabulario común y un registro tangible que muestra cómo la innovación en el gobierno evoluciona con el tiempo.
Líneas de Tiempo que Trazan la Continuidad
El tiempo es la dimensión más frágil del trabajo público. Muchos laboratorios aparecen y desaparecen dentro de una misma administración, y sólo unas pocas fuentes logran reconstruir sus trayectorias. Sin embargo, incluso visualizaciones simples pueden funcionar como anclas de memoria institucional, transformando iniciativas efímeras en una narrativa discernible de progreso.
La línea de tiempo de (011).Lab de São Paulo ofrece un ejemplo contundente. Como se muestra en figura 5, condensa la evolución del laboratorio en un solo gráfico lineal, trazando su desarrollo desde inicios de 2017 a través de etapas de investigación, prototipando y consolidación (Olavo, 2018). La visualización convierte la historia organizacional en un relato de continuidad y aprendizaje. Esta claridad conecta proyectos individuales a través de un crecimiento visible, permitiendo que los lectores comprendan cómo la innovación madura con el tiempo y cómo el cambio institucional se acumula.
Figura 5: Línea de tiempo de la evolución del (011).Lab de São Paulo, tomada de Olavo (2018)
Los ejemplos más detallados van aún más lejos, especialmente cuando visualizan la continuidad dentro de una misma institución. Ferrarezi, Lemos y Brandalise (2018) documentan dos años de la evolución de GNova mediante una línea de tiempo que traza cada experimento realizado entre 2016 y 2018 (figura 6). Cada proyecto aparece en secuencia, mostrando aliados, plazos y ámbitos de política pública, desde las primeras colaboraciones hasta la posterior expansión hacia iniciativas en educación, salud y gobierno digital. Al mapear estos hitos como un flujo continuo, la figura convierte proyectos dispersos en una narrativa coherente. Esta visualización demuestra cómo una documentación sistemática puede preservar el aprendizaje organizacional, otorgando profundidad temporal y sentido a la experimentación en el sector público.
Figura 6: Cronología de proyectos de GNova de Ferrarezi, Lemos y Brandalise (2018)
Una visión más amplia de continuidad temporal surge en LABIC, la red regional de laboratorios de innovación ciudadanos itinerantes creada por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) en Madrid. Al moverse entre distintas ciudades latinoamericanas, LABIC reúne a funcionarios públicos, sociedad civil y profesionales creativos para co-diseñar soluciones para desafíos compartidos. Sus ediciones, desde Veracruz, México, en 2014 a Rosario, Argentina, en 2018, documentan un método en evolución que se adapta a cada contexto local mientras construye sobre los aprendizajes de versiones anteriores. La edición de Veracruz destacó el prototipando como un método de diseño cívico, mientras que LABICxlaPaz de Nariño integró el laboratorio en territorios de posconflicto, transformando la colaboración en una forma de construcción de paz.
Esta continuidad entre ediciones demuestra cómo la experimentación regional puede institucionalizar el aprendizaje colectivo sin necesidad de una estructura fija. Al describir los relevos y cómo cada versión dio lugar a la siguiente, LABIC ofrece una narrativa temporal clara que revela cómo madura la innovación a través de la iteración.
El Valor de Recordar
A través de estos ejemplos, resalta un patrón: la documentación sólida no depende del volumen, sino de la intencionalidad. Algunos autores describen el contexto, y otros visualizan relaciones o establecen vocabularios, pero los casos más efectivos integran estos elementos en un registro coherente de la práctica. Cuando esto ocurre, forman una infraestructura modesta pero creciente de memoria dentro del campo de la innovación pública en América Latina.
La innovación, por naturaleza, es transitoria; surge para resolver los problemas inmediatos y activar la capacidad de respuesta social. Los prototipos y los equipos son temporales, por lo que sin documentación, cada ciclo comienza desde cero. Pero cuando los laboratorios registran cómo trabajan, incluyendo cronologías, métodos y actores involucrados, construyen continuidad donde es rara. En las burocracias frágiles, esto es un acto de resistencia que contrarresta el borrado propio de los cambios políticos y aporta responsabilidad a la experimentación.
En este sentido, fortalecer los esfuerzos de documentación en América Latina es un problema de diseño en sí mismo. Implica repensar cómo se estructura y se comparte la información, y cómo las instituciones diseñan los sistemas a través de los cuales su conocimiento perdura.
Para construir un ecosistema resiliente de diseño público, la documentación debe entenderse como parte del proceso creativo. Cada gráfico, entrevista y línea de tiempo contribuye a la inteligencia colectiva del campo. Los informes que describen eficazmente sus operaciones, tanto los aciertos como los errores, son prototipos de memoria institucional. La improvisación y la experimentación son pilares de la innovación pública, pero su futuro depende de cuán cuidadosamente se registren los resultados. La memoria es una forma de diseño: la arquitectura silenciosa que permite que las ideas perduren después de que sus creadores ya no estén presentes.
REFERENCIAS
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Contreras Villanueva, R. (2024). ¿Cómo estamos midiendo la innovación en el Estado?: Una evaluación al Índice de Innovación Pública del Laboratorio de Gobierno. Universidad de Chile.
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